Pero, ¿qué ocurre cuando crecen? ¿Por qué pensamos que esas prácticas ya no son adecuadas?
Grandes o pequeños, los niños demandan nuestra atención. Más allá del indispensable y necesario ritual del cuento, necesitan sentirnos cercanos, accesibles y disponibles, igual que nosotros a ellos.
La fuente del Arco Iris.
Coloca tus manos, una sobre otra, en cada una de las zonas indicadas y realiza un suave movimiento circular, lento y manteniendo sin desplazar la mano sobre la piel.
Acompasad vuestras respiraciones.
El peregrino.
Rodea con las manos suavemente cada uno de los pies, siente su forma y su temperatura y todo lo que te sugiera el momento. Céntrate en uno de los pies y con las dos manos relajadas fricciona todo el pie. Cuando acabes en un pie, haz lo mismo con el otro.
- El inicio: Empuja con todoa la mano el dorso del pie en dirección a la pierna y, a continuación, dibuja con los dedos círuclos alrededor de los huesos del tobillo.
- La etapa: Amasa, estruja, fricciona..., no te olvides de los dedos, en conjunto y por separado hay muchas cosas por hacer: mueve, sujeta, estira, presiona...
- El reposo: Pon una mano en el dorso y otra en la planta, haz un "bocadillo". Arrastra las manos hacia los dedos como si le quitaras el calcetín.
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